La profesión de docente o educador requiere una formación compleja y muy larga. Todo buen docente debe estar al día en los conocimientos de su área, debe interesarse por obtener el máximo aprendizaje y rendimientos en sus alumnos. La profesión de docente debe responder a las necesidades sociales y éstas son dinámicas. Así los profesionales modifican sus metas, las relaciones entre los colegas del colectivo profesional y con los usuarios. Nuestra profesión cumple una misión social de ahí su gran importancia, formamos a generaciones enteras en modos de pensar y somos a veces determinantes en el futuro de nuestro alumnado. Nuestra función no sólo radica en difundir conocimiento sino en enseñar a adquirirlo, además establecemos e inculcamos formas de cuidar la salud tanto física como mental, ayudamos a los alumnos a superar determinados problemas de relación o incluso emocionales, asesoramos legalmente a los padres y colaboramos con ellos en la formación de sus hijos, somos vías de comunicación. La importancia del profesor reside en el bien que aporta a la sociedad. Una buena práctica del profesional de la educación conllevará un gran beneficio para la comunidad en la que trabaje y para el conjunto de su alumnado.
" Un profesional excelente es aquel que compite consigo mismo para ofrecer un buen producto profesional; no se conforma con la mediocridad profesional, sino que aspira a la excelencia en el servicio a las personas que le requieren como usuarios de su profesión." Cito una frase de la Lectura de Bustos AA.VV. (2010). Ética profesional y ética para educadores. Revista Electrónica de Investigación Educativa [Número Especial]. (En línea) http://redie.uabc.mx/NumEsp2/contenido-contenido.html
Esta idea choca en ocasiones con el ejemplo de algunos compañeros a los que no les importa estar al día y ser buenos profesionales. No quieren formarse y siguen anclados en el pasado.
" Pero es necesario formar y cambiar la mentalidad de algunos formadores si queremos profesiones y profesionales que contribuyan a una sociedad civil decente y vigorosa (Cortina, 2000). "
" La profesión docente se caracteriza por la interdependencia estructural. Esta situación de interdependencia a la que se ha llegado, genera la obligación de sobrevivir juntos, de mantener y mejorar las condiciones de vida en el pequeño y castigado planeta que compartimos; de dignificar la vida en todas sus formas, especialmente la humana (Escámez, 2004). Cuando la interdependencia se reconoce así, su correspondiente respuesta moral es la solidaridad y la ética del cuidado. "
El sujeto humano no está cerrado en sí mismo, sino vinculado a una realidad social y a otros seres humanos. No es absolutamente independiente y necesita a otros en situaciones de carencia o vulnerabilidad. También necesita que se le reconozca en el resto de situaciones y que los otros den significado a sus acciones y a sus proyectos. Además, las acciones humanas involucran a otros, es decir, las acciones de una persona o grupo de personas aumentan o limitan las posibilidades de acción de las demás personas. Por eso, se afirma que el hecho ontológico de la interdependencia provoca que la misma práctica del cuidado se aprenda en función de las condiciones de posibilidad creadas en las relaciones interpersonales concretas.
" La profesión de la docencia es una práctica relacional, que se caracteriza por ser una actividad en la que el profesorado tiene la responsabilidad de facilitar el desarrollo de su alumnado en todas las dimensiones de su personalidad. Para esto, es fundamental el compromiso de establecer y mantener relaciones de confianza y cuidado. Los productos más valiosos del proceso de enseñanza-aprendizaje son, sobre todo, relacionales como: el entusiasmo intelectual, la satisfacción compartida ante un descubrimiento o ante un material nuevo, la experiencia de seguridad en una clase con un clima de entendimiento y cortesía (Noddings, 2003a). " Estoy totalmente de acuerdo.
Los valores que debe transmitir un docente y llevar a cabo con sus alumnos y semejantes deben ser translúcidos y deben fundamentarse en fomentar la dignidad de la persona, la justicia, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia o el respeto activo, la participación en los asuntos públicos, la paz y la responsabilidad, son los valores básicos que toda persona debe poseer para que no se manifieste en ella una deficiencia de humanidad.
La práctica de la ética resulta benéfica para el conjunto de la sociedad. Es un bien público porque genera hábitos de confianza y solidaridad. Las buenas prácticas docentes y las prácticas profesionales éticas son uno de los flujos potentes para construir sociedades a la altura de la dignidad humana.
Una docencia llena de eticidad es aquella que está a la altura de la dignidad humana y, en consecuencia, es también gratificante y satisfactoria.
La educación u formación debe contribuir a 4 elementos:
- Aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión;
- Aprender a hacer para influir sobre el propio entorno;
- Aprender a vivir juntos para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas;
- Aprender a ser, que recoge elementos de las tres anteriores (Delors, 1996, pp. 95-96).