El artículo que hemos leído sobre la autorregulación de la publicidad completa los trabajos anteriores. Encuentro que la publicidad está muy observada, tanto por el público, la competencia como por los gobiernos. Resulta muy difícil engañar al público pero es cierto que muchas veces somos nosotros los que nos dejamos engañar. Como pone en el ejemplo, si las autoridades están muy preocupadas por la obesidad infantil, por qué no crear campañas publicitarias para prevenir acerca de sus males. No se puede culpar a los medios de todo.
Al final va a parecer que el consumidor es tonto, no nos sirve de nada tanto proteccionismo. Hay otros mecanismos para defender al consumidor.
Ya sabemos interpretar la información subliminal que nos envían los publicistas.
Unas veces caemos en la trampa y otras no.
Por otro lado, la creatividad de los publicistas ha crecido enormemente. Las campañas son ahora más impactantes aunque hay algunos puntos en los que sí debiera establecerse un código ético en cuanto al volumen de los mismos, el tipo de lenguaje empleado, etc...aún quedan cosas por hacer.
Quizá debiera plantearse que en la autorregulación el público pudiera opinar y entrar a determinar y exponer su punto de vista, por qué no si estamos en el ajo.
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